Parana - El Inolvidable Puerto Viejo - Parte 4

El Inolvidable Puerto Viejo Parana

Cronología del desarrollo del viejo puerto

El Inolvidable Puerto Viejo Parana - Parte 4

En 1822 la villa del Paraná accedió a la categoría de Capital de la provincia, lo que produjo un fuerte impulso en el desarrollo urbano. Entre los avances más destacados se encuentra la habilitación del puerto que pocos años después ya evidenciaba un importante aumento del comercio local, arribaron al puerto toda clase de embarcaciones: goletas, balandras, sumacas, chalupas, botes y chalanas y otras de mayor tonelaje.

El Inolvidable Puerto Viejo Parana

Paraná, fue declarada ciudad por ley del 26 de agosto de 1826 y contaba con casi 4.000 habitantes, cifra que denotaba cierta disminución del crecimiento poblacional que venia trayendo, ya que un gran número de hombres prestaban servicio en el ejército de la campaña. El trazado de la calle Alameda de la Federación (hoy Av. Rivadavia), unió el centro poblado con el puerto.


Cuando Paraná era Capital Provisional de la Confederación (1854) el ritmo portuario aumentó progresivamente, ya en los años cuarenta se vieron goletas de más de cien toneladas.

El crecimiento también se reflejó en otros aspectos relacionados a lo político, cultural y urbano. El censo de 1860 mostró el aumento poblacional de Paraná, con un total de 10.084 habitantes.

Los puertos de la Confederación hábiles para el comercio exterior eran los de Paraná, Corrientes, Santa Fe y Rosario. Este puerto carecía de muelle, ya que solo tenía un fondeadero y como escribió el naturalista francés Alcides D’Orbigny, “está ubicado en un arroyuelo que permite a los barcos llegar hasta la misma costa”, este arroyuelo, al que hoy conocemos como Aº Antoñico, primitivamente se le llamaba “de Lanches” o “del Salto” .

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Se inauguró en 1860 el primer servicio diario a vapor entre Paraná y Santa Fe. Anteriormente estas ciudades se unían por intermedio de botes y barcos a vela. También los vapores “Asunción”, de origen americano, y “Primer argentino”, ofrecieron servicio uniendo las ciudades de Paraná con Buenos Aires y escalas.
“Es tan importante el movimiento de vapores en el puerto local que, en los primeros días de febrero de 1860, fondean: el Corrientes, Jejuy, Coronel Dorrego, Tacuarí (vapor de guerra) y el Marqués de Olinda con destino a Río de Janeiro. La carencia de un medio de transporte entre el centro de la ciudad y el Puerto, dada su intensa actividad, motiva luego de algunas tentativas al respecto, el establecimiento a partir del 20 de octubre de 1858 de un servicio de carruajes diligencias…”
Diez años después, se inauguraría el tranvía de tracción a sangre, que partía de la Plaza San Miguel y terminaba su recorrido en el muelle del Puerto. Esta primera línea tenía una extensión de 2.623,19 metros y contaba con ciento sesenta y dos carros de bueyes y dieciséis volantas. Cincuenta años después le daría lugar al tranvía eléctrico.

En 1871 se construye el muelle que había sido proyectado años atrás, y se levanta una muralla de piedra de cinco cuadras, hasta el edificio de la Capitanía del Puerto.

A fines de 1880 el movimiento fluvial era sorprendente, diariamente recalaban y zarpaban embarcaciones de todo tipo hasta, incluso, naves de guerra. Algunas fueron realmente admirables, como la corbeta “Chacabuco”, un buque escuela de setenta y siete metros de largo, que alojaba a más de 130 personas. “La Argentina” y “Paraná” fueron otras de las más reconocidas. El primer buque de gran tamaño que fondeó en el puerto fue el “Antoniette”, de bandera oriental, con más de 1000 toneladas, que provenía de New Castle, y traía caños y maquinarias para la usina de gas.

Entre las embarcaciones locales, estaba el “Gingibir”, un barco de la familia Coronado que usaban de flete, para traer leña de las islas. Como veremos más adelante este buque podría ser el mismo que el estampado en la imagen del Escudo Municipal.

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Otro ejemplo del importante movimiento portuario del decenio de los ochenta lo señalaban las cifras referentes al comercio de la cal, que en 1883 exportaba más de 7.000.000 de kgs. por medio de cuarenta y tres barcos que recalaban en el puerto.

El censo de 1895 mostró un total de 24.261 habitantes, importante crecimiento poblacional de los últimos años.

Esta zona era muy concurrida, no solo por la actividad portuaria sino también por las fábricas y comercios que allí funcionaban. Los más destacados eran: el molino de Villanova, la fábrica de aceite comestible, las caleras y fábricas de ladrillos, tejas y baldosas, los talleres de carpintería y herrería, el almacén naval, el puesto de carne, los hoteles: el “Fonda de la Marina” y más tarde el “Del Tramway” y el “Argentino”; varios restoranes, las canchas de pelota vasca, numerosas oficinas de las empresas de transporte fluvial y también algunas dependencias del municipio, como la estafeta del Puerto que se habilitó en 1870 y la Aduana Nacional.

Ante la magnitud de personas que recorrían esa zona diariamente, las actividades culturales también se incorporaron a este espacio. Las presentaciones de la banda de música “La Paranaense”, eran promocionadas por empresa Tramway, que anunciaba que tocaría en vivo todos los domingos a la tarde en el muelle. En 1874, a raíz del importante movimiento comercial en la zona, la Municipalidad, realizó el ensanche de la calle del puerto (hoy Av. Estrada) y arreglos en la antigua cuesta (hoy Cuesta de los Vascos).



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Otro sitio convocante, aledaño al puerto, era la “Plaza Urquiza”, donde está actualmente emplazado el monumento homónimo, inaugurada a fines de 1895, cuyos terrenos fueron donados a pedido del Intendente Jaime Baucis, por la viuda de Urquiza, doña Dolores Costa, por doña Ángela de Palma, el señor Ramón Paradelo y el señor Juan Tabossi. Este espacio era conocido como “La Batería”, por haber tenido varias piezas de artillería, colocadas en el lugar más alto de la barranca, para la defensa del puerto.


Caducidad del Puerto

Diferentes acontecimientos ocurridos en casi tres décadas, hicieron que paulatinamente el puerto fuera mutando su esencia y fisonomía. La creciente del año 1878, una de las más altas registradas, destruyó varias viviendas, parte del muro de piedra que defendía el camino del tramway y también un sector importante del camino; esto provocó un fuerte desánimo en las empresas que allí funcionaban.


En 1896, el muelle del puerto, concesionado por la empresa de Muelles y Tramway, deja de prestar servicio ya que caduca la concesión. Esto, sumado a las deficiencias en el dragado del río, imposibilitó el arribo de embarcaciones de mediano calado, lo que entorpeció enormemente la navegación, que ya empezaba a utilizar el muelle de Bajada Grande (inaugurado el 16 de Octubre de 1896), para atracar y descargar mercaderías, así como también en el llamado Puerto de Izaguirre (que no era más que una simple bajada hacia el río), algunos metros aguas arriba.


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A mediados de 1901, se formaron importantes bancos de arena frente al puerto, por lo que los barcos debían anclar a una distancia considerable de la costa, y recurrir a lanchas y pequeñas embarcaciones, para el traslado de las mercaderías y los pasajeros.

El estado general del puerto venía en decadencia y hacían falta reparaciones de todo tipo. Finalmente, la creciente de 1905, que llegó a una altura de 6.95 mts., dejó a este puerto totalmente bajo las aguas, llegando éstas hasta el borde de la barranca. También ocasionó cuantiosos destrozos en el nuevo puerto de Bajada Grande, paralizando las obras que se estaban llevando a cabo.


Estos imprevistos, modificaron drásticamente el funcionamiento del puerto de ultramar pero el antiguo desembarcadero siguió teniendo una importante concurrencia de naves de menor calado y un activo movimiento comercial.



Inundación de 1905. Fotografías de Cirilo Pinto


PARTE 1

PARTE 2

PARTE 3

PARTE 4

PARTE 5

PARTE 6

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