Personajes - Estanislao Lopez


Estanislao López

El brigadier general Estanislao López (Santa Fe, 26 de noviembre de 1786 - id. 15 de junio de 1838) fue un caudillo y militar federal argentino, Gobernador de la provincia de Santa Fe entre 1818 y 1838.

Infancia y juventud
Nació en Santa Fe, hijo ilegítimo de un oficial de milicias llamado Juan Manuel Roldán, fue bautizado con el apellido materno, López. Educado en la escuela franciscana de esa ciudad, marchó a los 15 años a luchar contra los indios del Chaco a órdenes de su padre.
En 1811 participó de las luchas de la independencia en Corrientes y Paraguay, bajo el mando de Manuel Belgrano. Fue capturado en la batalla de Tacuarí y conducido prisionero a un buque frente a Montevideo, pero se escapó nadando y se incorporó al ejército sitiador de esa ciudad, regresando más tarde a Santa Fe con el cargo de alférez.
Peleó contra los caudillos federales de Entre Ríos en el Combate del Espinillo y fue tomado prisionero, oportunidad en que conoció al caudillo José Artigas, cuyos ideales federales abrazó.

Sus primeras incursiones como caudillo
En el año 1816, con el cargo de teniente, apareció como jefe del primer escuadrón de Blandengues de Santa Fe, durante la revolución por la que su provincia se separó de la de Buenos Aires. Bajo el mando del comandante Mariano Vera, tuvo una actuación destacada obligando a rendirse al ejército porteño de reconocimiento a las órdenes del coronel mayor Juan José Viamonte. Luego de este hecho fue ascendido a capitán y fue nombrado jefe de la frontera norte de Santa Fe.
Poco después, el comandante Vera, con la decisiva ayuda del capitán López, rechazó de Santa Fe a un nuevo ejército porteño a las órdenes del general Eustoquio Díaz Vélez. Fue nombrado teniente coronel y comandante de armas de la provincia, y al año siguiente emprendió una victoriosa expedición contra los indios chaqueños en el norte de su provincia.
Cuando, el 15 de julio de 1818, el gobernador Vera fue depuesto por la oposición de sus propios aliados, la ciudad quedó indefensa. En esas circunstancias, López entró el 23 de julio a la capital provincial y asumió como gobernador de hecho; unas semanas más tarde fue reconocido como titular por el cabildo local.

Durante el gobierno de Vera, el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón había dejado en paz a Santa Fe. Pero cuando asumió López, organizó una invasión a la provincia. En septiembre de ese año inició en ataque en dos frentes: desde Córdoba, al mando del coronel Juan Bautista Bustos, y desde el sur un poderoso ejército, al mando de coronel mayor Juan Ramón Balcarce.
La estrategia de López era adecuada a su inferioridad numérica y de armamento: desgastar al enemigo con ataques continuos de tropas que huían enseguida. Su táctica de batalla consistía en usar parejas de jinetes, con armas de fuego: uno de ellos disparaba sus armas a pie, mientras el otro le sostenía el caballo; enseguida cargaban con sus lanzas.
López atacó primero a Bustos en Fraile Muerto (actual Bell Ville, provincia de Córdoba), dejándolo sin caballos. Y enseguida retrocedió hacia su provincia. Allí Balcarce, a pesar de la resistencia impuesta por las guerrillas dejadas por López, avanzó y ocupó suscesivamente Rosario, San Lorenzo y Coronda. López conciente de ello intentó defender la linea de defensa del Rio Salado, pero fue desbordado en el Combate del Paso de Aguirre por las disciplinadas fuerzas invasoras. López huyó al norte y Balcarce ocupó sin resistencia una desierta Santa Fe, enviando su caballería en persecución de los santafesinos, quienes la derrotaron en el Combate de Monte Aguiar. Luego de esto, López comenzo una guerra de recursos obligando a Balcarce a encerrarce en la capital provincial. Luego de tantas viscitudes, Balcarce fue obligado a retroceder haciendo continuas marchas y contramarchas, destruyendo sus caballos y hombres, y obligándolo finalmente a retirarse a San Nicolás de los Arroyos.

Pero Pueyrredón no se dio por vencido: envió a Viamonte a un segundo ataque y reforzó a Bustos. Una vez más, López atacó primero a Bustos, a quien enfrentó en la batalla de La Herradura, que fue un empate. Luego atacó y venció a las fuerzas de Viamonte en el Combate de Barrancas y luego lo sitió en la villa de Rosario. Estando allí se enteró de que el general José de San Martín se quejaba de que su campaña al Perú podía verse detenida si obligaban al Ejército de los Andes a retroceder hasta Santa Fe, como pretendía Pueyrredón. Alarmado, le entregó la carta a Viamonte, urgiéndolo a iniciar negociaciones de paz, para que no se perdiera la guerra exterior por una interior.
De modo que firmó con el Directorio el armisticio de San Lorenzo el 12 de abril de 1819. Por éste se lograba un breve respiro, sin resolver la cuestión de fondo. Mientras tanto, López sancionar la constitución provincial de Santa Fe, la primera del país.
Poco después se sancionaba la constitución unitaria, que fue rechazada por las provincias federales.

Cepeda y el Tratado del Pilar


Busto de Estanislao López en Rosario.
El nuevo director supremo, José Rondeau, decidió continuar con la estrategia de Pueyrredón, y pidió ayuda a las fuerzas de Portugal, que ocupaban la Banda Oriental, para aplastar las provincias federales de Corrientes y Entre Ríos (felizmente el gobernador portugués no quiso comprometerse).[1]
Nominalmente, López era un subordinado de Artigas. Artigas le ordenó atacar Buenos Aires, enviando en su ayuda al caudillo Francisco Ramírez, de Entre Ríos. Con él venía también Carlos María de Alvear, el ex gobernante unitario, pero que pensaba usar a los federales para recuperar al poder en Buenos Aires. Y también José Miguel Carrera, que intentaba regresar a Chile a tomar nuevamente el gobierno, y Pedro Campbell, un marino irlandés que mandaba las fuerzas correntinas.
Como de costumbre, Rondeau llamó en su auxilio al Ejército del Norte, pero éste se negó a seguir la guerra civil en el motín de Arequito y regresó a Córdoba. De modo que el Director quedó solo frente a los federales, que lo derrotaron en la batalla de Cepeda, el 1ro de febrero de 1820.
En los días siguientes desapareció el Directorio y el Congreso, y la provincia de Buenos Aires reconoció su igualdad con las demás. Poco después se firmó el Tratado del Pilar entre Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. Pero la noticia de la derrota de Artigas en la batalla de Tacuarembó condicionó su texto, que dejaba sin la esperada ayuda al caudillo oriental.[2]
Con este tratado se estableció fugazmente la paz entre los federales y Buenos Aires, y López regresó a su provincia.


El final de la primera guerra civil

Buenos Aires quedó sumida en la anarquía y a mediados de año estaban de regreso varios de los partidarios del Directorio, (en el futuro llamados unitarios) además de que la ex capital no había cumplido el Tratado del Pilar. López invadió nuevamente Buenos Aires y derrotó al gobernador Miguel Estanislao Soler en la batalla de Cañada de la Cruz. Pero los porteños reaccionaron eficazmente, conducidos por Manuel Dorrego; éste contraatacó y derrotó a Alvear y Carrera en San Nicolás, y a López en Pavón. Pero el santafesino reaccionó y lo derrotó completamente en la sangrienta Batalla de Gamonal.
Firmó un nuevo pacto con Buenos Aires, el Tratado de Benegas, del 24 de noviembre de 1820, por el que se arreglaba una nueva paz. López consiguió una indemnización por las invasiones porteñas que su provincia había sufrido, que el coronel Juan Manuel de Rosas se encargó de pagar puntualmente. El garante del nuevo tratado era el gobernador cordobés Bustos, su antiguo enemigo.
El nuevo tratado dejaba de lado a Ramírez, que decidió atacar Buenos Aires. Comenzó su ataque en abril de 1821, atacando simultáneamente la ciudad de Santa Fe y Coronda; pero el coronel Lucio Norberto Mansilla traicionó a Ramírez y lo dejó solo frente a los porteños y santafesinos en Coronda. Allí logró vencer en dos batallas, para ser finalmente derrotado por el gobernador López. De allí, Ramírez marchó a atacar a Bustos, pero fue nuevamente derrotado en dos nuevas batallas. Mientras escapaba fue alcanzado y muerto por una partida de soldados de López en las proximidades de Villa María del Río Seco (norte de Córdoba). Su cabeza le sería enviada a López, que la hizo embalsamar y la exhibió durante un tiempo en una jaula de hierro.
Así terminaba la “guerra de los siete años”, un largo período de sufrimiento para Santa Fe.
Años de paz


Durante los años siguientes, López gobernó su provincia en paz, asegurado por el Tratado del Cuadrilátero. Durante esos años estuvieron a su servicio como ministros los futuros gobernadores Domingo Cullen y Pascual Echagüe. La provincia logró mejorar rápidamente su economía ganadera y comercial.
Apoyó la Guerra del Brasil, y dirigió la campaña sobre las Misiones Orientales, que después lideraría Fructuoso Rivera. Tras el fracaso del Congreso General de 1824, por la infame paz que pactó el ministro del presidente Bernardino Rivadavia con el Imperio del Brasil, se reunió en Santa Fe una Convención Nacional de representantes de las provincias, que nombró a López jefe del ejército federal y a Dorrego (nuevamente gobernador de Buenos Aires, ahora en el bando federal, encargado de las relaciones exteriores.
Otra vez la guerra


En diciembre de 1828, el general unitario Juan Lavalle derrocó e hizo fusilar al gobernador Dorrego. En respuesta, López y Rosas se aliaron y lo derrotaron en la batalla de Puente de Márquez. A continuación, Rosas sitió a Lavalle en Buenos Aires y lo obligó a renunciar; a fines de año, Rosas asumió el gobierno y la representación nacional.
En 1830, la amenaza de José María Paz como líder de la Liga Unitaria hizo que las provincias del litoral suscribieran, el 4 de enero de 1831, el Pacto Federal. Éste era una alianza militar, pero sería también la base para las relaciones interprovinciales durante dos décadas.
López y Rosas atacaron a Paz en Córdoba: en el sur, los porteños derrotaron a los unitarios en la batalla de Fraile Muerto, mientras en el norte, López atacaba continuamente sin presentar batalla. Paz intentó forzarlo a una batalla abierta, y cuando estaba inspeccionando el frente fue tomado prisionero por las fuerzas de López.[3]
La guerra terminó casi sin combatir: Córdoba pasó a ser gobernada por los hermanos Reynafé, aliados de López, y Facundo Quiroga terminaría con la Liga Unitaria en la batalla de La Ciudadela. Las provincias quedaron bajo la hegemonía de López, Quiroga y Rosas. López colocó en el gobierno de Entre Ríos a Echagüe.

Últimos años

Los años venideros fueron pacíficos para López, aunque tuvo que pelear contra los indios del norte de su provincia, y sobre todo, con los ranqueles del sudoeste. López y sus aliados no lograron obligar a Rosas a reunir un congreso para sancionar una constitución, por lo que el poder real regresó lentamente a los gobernantes de Buenos Aires.
En 1833, con la toma de las Malvinas, Santa Fe rechazó mediante un comunicado la usurpación. Aún en sus tiempos de decadencia, el Brigadier General López se mantuvo como una de las grandes figuras del Federalismo y la Confederación. Se convirtió en bandera de los federales que no quisieron someterse a Rosas, pero le faltaron recursos para hacerle frente.
A fines de 1834 fue asesinado Quiroga por orden de los Reynafé. Este hecho, tal vez planeado para aumentar su poder, terminó por hacerle perder prestigio e influencia. Las provincias de Córdoba y Entre Ríos quedaron en manos de gobernadores que sólo reconocían a Rosas como su jefe. Pero López ya estaba al margen de los hechos, ya que su enfermedad (tuberculosis) hacía que poca veces saliera de su casa.
Al producirse el bloqueo francés en 1838, López comisionó a Cullen ante Rosas, para obtener un acercamiento entre éste y el jefe de la flota francesa. Pero se salteó al gobernador y trató de pactar con el enemigo a cambio de quitar a Rosas las relaciones exteriores.[4] La muerte de López dejó esas intrigas en nada, y llevaría a Cullen a la muerte a manos de Rosas y al aumento de las luchas civiles en el país.
Estanislao López, el patriarca de la federación, murió en Santa Fe en junio de 1838. El luto por su muerte duró un mes y Santa Fe fue escenario del mayor cortejo fúnebre de su historia.
Notas


Felizmente, el gobernador portugués no aceptó la invitación.
La catástrofe de Tacuarembó, en la cual los luso-brasileños derrotaron a las tropas dirigidas por Artigas, significó una gran pérdida de fuerzas y recursos militares para la causa federal en Argentina; la ocupación de la Provincia Oriental por las tropas luso-brasileñas hacía imperativa una paz con los unitarios establecidos en Buenos Aires, ya que las tropas invasoras fácilmente podían ahora atacar y ocupar a Entre Ríos y Santa Fe. Por lo demás, al estar ocupados los puertos de la Banda Oriental por los portugueses y brasileños, la única salida y entrada del comercio ultramarino de las provincias del Interior Argentino quedaba ahora en el puerto de Buenos Aires. Todo esto (entre otras cuestiones perentorias) explica la aparente "traición" a Artigas que significó el tratado del Pilar.
↑ Pasaría preso casi nueve años, primero en Santa Fe y después en Luján, provincia de Buenos Aires; más tarde volvería a ser el peor enemigo de los federales porteños y del interior.
↑ No se sabe si tenía instrucciones de López para esas tratativas o no. Cada corriente historiográfica da por segura una de las dos posibilidades, sin que haya documentos que la respalden.
Bibliografía


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Federico, Rafael, Cielito nublado por la muerte de Dorrego, Revista Todo es Historia, nro. 10.
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