Historias santafesinas: La india rubia... encuentro de dos culturas.
Representación simbólica de la integración cultural. |
Del libro "Los Sonidos de la Historia Sancarlina":
LA INDIA RUBIA
Si bien en este capítulo relato un trágico hecho histórico, dejando
para la música un breve espacio; éste es de suma importancia, porque se
trata del emotivo encuentro de dos culturas en la primera misa cantada
que se celebró en comunidad en la primitiva iglesia católica de San
Carlos.
Además, aquel hecho luctuoso fue de tal notoriedad, que
no se puede dejar de comentar, porque conmocionó al gobierno provincial
y hasta el nacional, poniendo en peligro la seguridad del plan de
colonización, a tal punto que poco tiempo después el presidente de la
República Don Domingo Faustino Sarmiento, consideró necesaria su
presencia para restablecer la confianza, visitando la colonia.
Varios acontecimientos vinculan a los pueblos de San Carlos y San
Jerónimo del Sauce, poblaciones tan diferentes en la conformación
étnica, como en sus orígenes. El Sauce fue una posta de correos entre
Santa Fe y Córdoba. Luego un fortín con soldados que protegía la línea
territorial ganada a los indios mocovíes.
Iglesia de San Jerónimo del Sauce declarada Monumento Histórico Nacional en 1983. |
Cuando se asentaron los colonos,
hubo cierta dependencia de las colonias cercanas hacia el mismo, pues
servía de protección contra los malones de indios montaraces, que se
resistían e intentaban atacar a las colonias. El gobierno estaba muy
interesado en proteger ese plan de colonización para el desarrollo de la
agricultura en la Argentina.
En la época de los Jesuítas,
éstos habían asentado una reducción con indios abipones del chaco, a la
altura de la actual ciudad de Reconquista, cerca del arroyo del Rey,
bajo la advocación de San Jerónimo como santo patrono, cuya estatua de
madera policromada, habían traído de Europa. Los abipones eran altos,
vigorosos y aguerridos y los misioneros les inculcaron hábitos de
trabajos distintos y los cristianizaron. Cuando los Jesuítas fueron
expulsados de América, los indígenas de las misiones, se dispersaron .
Interiores de la iglesia. |
En 1825 el gobernador Gral. Estanislao
López dispone reforzar la Posta de El Sauce con aquellos abipones
dispersos de San Jerónimo del Rey, que habían pasado a la localidad de
Santa Lucía en Corrientes, para evitar permanentes enfrentamientos con
los mocovíes. Los abipones traen su estatua y su devoción al santo. Un
tramo en balsas o lanchones por el Paraná y otro tanto al hombro hasta
el fortin y la localidad pasa a llamarse entonces San Jerónimo del
Sauce.
Don Carlos Beck Bernard los conoció cuando vino a elegir
estas tierras y en una carta dirigida a los interesados de Suiza
escribía: “Sería fácil fundar en ciertas zonas una segunda Suiza. La
actitud del Gobierno es favorable, en cuanto a los indios del Chaco,
éstos no son peligrosos. La población es hospitalaria”.
Los
aborígenes fueron militarizados y formaron el célebre Cuerpo de
“Lanceros del Sauce,” los que adquirieron importancia no solo como
soldados sino también como ciudadanos, ya que fueron considerados aptos
para votar en las elecciones. El villorrio compuesto de ranchos de paja
contó con una capilla a cargo de los misioneros franciscanos de San
Lorenzo.
Nicolás Denis, era un niño indio de un año cuando
llegó con su madre india, dicen que desde la zona entrerriana de
Diamante. Creció y con los años, hizo carrera militar iniciándose como
soldado en el fortín del Sauce y escalando grados hasta llegar a
Coronel, por su bravura y su intervención en numerosas acciones peleando
para el gobierno, o bien en campañas contra los montaraces o indios
alzados, en defensa de las poblaciones . No llegó al Sauce con los
abipones del chaco. Podría haber sido guaraní, viniendo con algunas
corrientes que llegaron del norte, o minúan, descendiente de charrúas
que poblaban el centro de Entre Ríos. El apellido Denis tiene su origen,
en muchos casos, en el español De Niz.
Estatua de San Jerónimo. |
Los abipones, altos y fuertes, fueron
utilizados para levantar los doscientos ranchos que hubo que construir
rápidamente antes de la llegada de igual número de familias de
inmigrantes que venían a colonizar Esperanza. De la misma forma
sirvieron para organizar el asentamiento de las primeras cuarenta
familias en San Jerónimo Norte. Cuando los católicos levantaron su
primera iglesia-rancho frente a la plaza en San Carlos Sud , el padre
franciscano fray Silvestre Tropini llegó desde el Sauce para celebrar la
primera misa el 6 de enero de 1860 , fecha de acuerdo a la información
que dejara en una carta el colono Julián Rey, y no lo hizo solo sino
que.......“llegó con un grupo de indígenas a caballo, de su reducción,
en un hermoso día soleado”. “Eran más de cincuenta. Apenas llegaron
desmontaron y fueron a dar la mano a todos los presentes con cariñoso y
dulce gesto. Los monaguillos que sirvieron la misa fueron niños del
Sauce , y vino también el cantor. Al escuchar las armonías de aquella
música sacra, no era posible contener las lágrimas de alegría, más aún,
contemplando a los indios unirse a los colonos extranjeros en la
celebración del acto religioso”. Según el testimonio que dejara el
colono Plácido Didier en otra carta y que transcribiera J.J.Gschwind,
no debe extrañarnos el hecho de que el canto religioso o aún la ejecución de instrumentos musicales pudieron haberse escuchado en San Carlos Centro en los
comienzos de la colonización, a cargo de indígenas , porque ya habían
demostrado en reducciones franciscanas o jesuíticas de otras zonas del
litoral, su facilidad para aprender música, inclusive la habilidad para
construir sus propios instrumentos.
El jesuita Florián Paucke
destinado a la reducción de San Javier en 1750, o sea un siglo antes,
cuenta que en cuatro años de enseñanza musical los niños indígenas no
solamente cantaban las misas sino que tocaban flautas, violines, arpas y
chirimías.
Ese encuentro en la iglesia rancho de San Carlos,
hubiera desaparecido de la historia si a un par de colonos, no se le
hubiese ocurrido contar en sendas cartas la emoción que conmoviera a
todos, al celebrar la primera misa y al oír las suaves melodías en
latín, del indio cantor.
¿ Quién ordenó al Padre Tropini llevar
a San Carlos el tropel de indígenas abipones para oír misa junto a los
inmigrantes europeos ? Tal vez fue su propia idea de mostrar a los
colonos, la mansedumbre de esa gente “salvaje” que en cierta forma, era
lógico, el “extranjero” temía o desconfiaba. Pero cuando la música se
escuchó en el ambiente, expandida por el indio cantor, las lágrimas
brotaron. El acto religioso que posibilitó el encuentro, adornado con el
efecto melodioso, hizo sentir más juntos a esos dos pueblos tan
distintos.
Estatua del Coronel Denis. |
Pero en el fortín de San Jerónimo del
Sauce, vivía en 1869, un gaucho malevo, ex -ayudante del Coronel Denis,
llamado Bartolo Santa Cruz, que se había endeudado retirando mercadería
de un boliche y almacén del francés Lefebre de San Carlos Norte, y quien
le reclamaba insistentemente su deuda.
Un día, nueve años
después de aquella primera misa, junto a otros dos hermanos con peores
antecedentes, de apellido Alarcón, ese gaucho asesino, llegó al boliche y
en un descuido del dueño, él y sus compinches comenzaron a degollar a
toda la familia y a robar lo que pudieron llevarse. Se salvaron una beba
de meses y un niño que se escondió y vió al asesino.. Murieron el
padre, la madre, un hijo de 8 años y una criada de 12 . Al día
siguiente, al enterarse de este terrible y trágico episodio, los colonos
indignados y enfurecidos, incontenibles, se trasladaron al fortin y
creyendo que el Coronel protegía a los asesinos, a quienes no pudieron
encontrar, en venganza, lincharon a Denis a tiros, rematándolo de un
hachazo.
Por casualidad ese día los indígenas, que conformaban el
cuerpo de lanceros, habían salido de caza y pesca. De haber estado en el
fortín se hubiera producido una masacre.
La manera del
linchamiento, se sabe por tradición oral, y lo menciona Alicia Jael
Lescano en su “Reseña Histórica de San Carlos” El principal vengador fue
Jeremías Magnin, del Tiro Suizo de San Carlos Sur, quien escapó y fue
perseguido por la policía de Santa Fe, por orden del gobernador que
había prometido justicia a los habitantes del Sauce, para evitar la
venganza por manos propias de los lanceros encabezados por el hijo del
Coronel Denis. El asesino fue alcanzado y habiendo sido acorralado en el
Carcarañá, se suicidó, según el sumario policial.
El hecho de
niñas europeas cautivas, incorporó a la literatura vernácula un tema
tratado por diversos autores, con el título de “india rubia”. En el caso
particular que nos ocupa, en una de sus campañas contra los mocovíes ,
el Coronel Denis había rescatado a una pequeña niña cautiva, rubia y de
ojos celestes. La crió como a una hija dentro de su propia familia y la
llamaban Clara. “Tan clara su faz como su nombre y su mirada de un
celeste intenso y cristalino” Según los datos recogidos por los
investigadores Roberto Lance y Juan Carlos Pedroni publicados en su
libro Raíces de San Jerónimo del Sauce.
Se crió compartiendo
aventuras con otros indios a quienes llamaba sus “hermanos”. Cuando
montaba su caballo y cabalgaba con sus cabellos al viento, todos decían a
su paso: “ Ahí va la india rubia” .
Cuando mataron a su “tata”
, Clara tenía solo siete años y fue la primera que se acercó al cuerpo
ensangrentado para levantar su quepis de militar que guardó para siempre
como prenda de un dolor incomprensible para ella .Clara Aguirre, la
rubiecita hija de inmigrantes europeos, se crió como india, vivió como
india, siempre en ranchos de adobe y paja, se casó en el Sauce con el
indio Gregorio Cortés, y sus muchos hijos indios, tuvieron una madre
rubia por muchos años porque falleció anciana en 1948.
Entrevistado Pascual Bedini, uno de los tantos nietos de la india rubia, confirmó que los hijos que tuvo fueron doce.
Quien visite San Jerónimo del Sauce podrá ver en la plaza la estatua de
piedra blanca del Coronel Denis mirando hacia la capilla, detrás de la
cual lo mataron, y en el interior de la misma la estatua de madera
policromada de San Jerónimo, que trajeran los abipones, desde San
Jerónimo del Rey. Quizás, faltaría una imagen tallada en cristal de San
Carlos, de una india rubia que no eligió su destino, y fuera un símbolo
del encuentro de dos culturas.
Miguel Angel Bolcatto.
Fuente y Fotos:
http://mipuebloyyo09.blogspot.com.ar/2010_12_01_archive.html
http://miguelbolcatto.blogspot.com.ar/2012/10/la-india-rubia.html
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