Curuzu Cuatia Primera Ciudad fundada por la Revolucion



































Belgrano con un puñado de hombres, habiase lanzado a la rendicion de los pueblos del Paraguay. Hizo un alto en el centro de la provincia de Corrientes la que es hoy una progresista e importante ciudad

1932

A fines de octubre de 1810, el general Belgrano, que acababa de organizar  sus fuerzas para la campaña que con autoridades españolas proyectaba emprender en el Paraguay, abandonó la Bajada del Paraná. No alcanzaba a un millar de hombres la fuerza con que para aquella empresa contaba. Entusíasmado e ilusionado, barruntábase que la sola presencia de las tropas rebeldes sería motivo suficiente para que la causa de la libertad contara con el apoyo de aquellos pueblos. A la perfección del armamento y el número de soldados substituídos el patriotismo y una siempre voluntariosa improvisación para subsanar lo que al mismo comandante faltábale en el dominio de las arte de la guerra. 

Pocos días después, Belgrano con su ejército llegó a la localidad de Curuzú Cuatiá, en el centro de la provincia de Corrientes. Allí estableció nuevamente su cuartel y mientras aguardaba los refuerzos pedidos al coronel Rocamora, gobernador de Misiones (que, por un error del mismo Belgrano, nunca llegaron), compenetrado de la importancia que tenía el lugar, decidió fundar la que es en el presente ciudad de Curuzú-Cuatiá. 

Aquellas tierras pertenecían a los indios de Yapeyú; pero, tanto había sido el celo y eficacia con que los pobladores habían secundado a la expedición, que Belgrano, invocando el nombre de la Junta que "a nombre de Fernando VII" regía los destinos del Rio de la Plata, decidió quitar todos los obstáculos que se oponían a la formación, adelanto y progresos de aquella localidad, decidiendo en particular lo que a la población del lugar se refería. 

De esta manera, el 16 de noviembre de 1810, dispuso que aquel pueblo se tuviera por el de Nuestra Señora del Pilar de Curuzú - Cuatiá, cuya jurisdicción sería 
"desde las puntas del arroyo de las Tunas, siguiendo el arroyo de Mocorett'í y de éste a buscar las puntas de arroyo Tímboy, de éste a buscar la barra de Curuzú-Cuatiá que entra en el Miriñay, de éste se seguirá hasta la laguna Ibera, y por el río Corrientes se seguirá la costa hasta sus malezalcs, de los cuales se ha de seguir a las puntas de las barrancas y de éstas a las del arroyo Basualdo hasta las puntas de las Tunas". Para delinear la población, centro de aquel dilatado y un sí es no es impreciso distrito, fué designado copiloto don Domingo Bruguer. Las calles, cuyo ancha se establecía de veinte varas, debían orientarse nordeste sudeste y noroeste - sudoeste. Las manzanas, de cien varas de lado, se dividirían en cuatro solares; y la población tendría catorce cuadras de largo por otras tantas de ancho. 
Los solares se venderían a quienes los ocuparan sólo por cuatro pesos y con los réditos que de ello se obtuviera se costearía una escuela, "sin perjuicio de obligar a los pudientes a satisfacer cuatro reales al maestrea por cada uno de sus alumnos". 

Se designó el terreno para levantar la iglesia matrix, la casa municipal y la cárcel. En la ocupación de los solares se especificaba que no debía haber diferencias de ninguna especie, fueran indios o españoles. 
A los estancieros se les obligaba a tener casa en la población; y, aquellos que no tuvieran una ocupación fija y vivieran en ranchos dispersos, se les obligaría 
a trasladarse al pueblo, dándoseles gratuitamente un solar y una fracción de tierra de media legua, fuera del ejido, para que la cultivaran. 

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