Sarmiento - El Boletinero del Ejercito Grande
De la noche a la mañana se le habia presentado al generalisimo del "Ejercito Grande contra la tirania de Rozas" aquel "unitario", exoticamente empilchado de teniente coronel, cuyo grado le reconociera, incorporandolo a su estado mayor, por no tener cuerpo en que emplearlo.
- Pues aqui falta algo, general - le dijo don Domingo Faustino Sarmiento a don Justo Jose de Urquiza a quien las continuas "faltas" que aquel le indicaba, ya le cargaban.
- Usted dira "comandante" - le contesto ceñudo
- Pues falta lo que en todo ejercito bien organizado se lleva: una imprenta portatil y un cronista de boletino que de cuenta y propale los hechos de armas y las disposiciones mas importantes..
Urquiza lo miro de arriba abajo, diciendole:
- Tiene razon y lo tendre presente.
Pocos dias despues el teniente coronel Sarmiento, con su acicalado traje militar de corte europeo, sus patillitas en forma de U y su cabell cortado al rape, montado en silla de "maturrango" llevando en la delantera un pequeño pupitre, con avios de escribir, marchaba al tranco de su obscuro, con mirada observadora, por entre carpas de oficiales y grupos de melenudos y barbudos soldados, llamando la atencion a todo el mundo - Que era o que papel representaba aquel "tipo", tan diferente a los demas? - preguntaban, los unos admirados y los otros burlescos, al verlo pasar dominador en el gesto e imponente en la mirada. - Ese, - murmuraban aquellos con respeto - dicen que es un miitar "de escuela", muy sensato y "adelantado" - Pues hay quien dice que don Justo lo ha traido para divertise con el como Rozas con don Eusebio de la santa Federacion - Es cierto: parece loco.
Y es que el generalisimo del "Ejercito Grande", teniendo en cuenta la "falta" aquella y llegando a su conocimiento que alli habia un frances muy entendido en la tipografia, le encomendo a este la traslacion de la imprenta portatil y el personal necesario. Llamabase Joseph Alexander Bernheim, quien, aceptando el encargo, se trajo de Montevideo a un paisano suyo, don Pablo Coni, el que llegara alli por una eventualidad y a un español don Benito Hortelano, ambos tipografos de primer orden, como entonces y despues lo demostraron. Y el comendante Sarmiento fue nombrado "con mucha honra", boletinero oficial, por lo que aquellos paseo de observacion los hacia en cumplimiento de su deber. Iba de aqui para alli y cuando llegaban a sus oido las criticas de sus mismo amigos, ya se apeaba y la emprendia con ellos en controversias irrefutables - "Mi indumentaria, compañeros simboliza la desaparicion del caudillaje en el ejercito!"
Y la imprenta portatil funcionaba dia y noche con las ordenes del dia, con los cometnarios del boletinero, con el parte de los combates, difundiendose por todas partes aquellos memorables boletines, hasta que se diera la victoriosa batalla del 3 de febrero, con la que la imprenta aquella habia terminado su mision.
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