Historias de Santa Fe - La Primer Escuela de Arte y Oficios de Argentina
“En un país de hombres libres sólo debe haber escuelas”
Francisco de Paula Castañeda
“No basta -sostiene Castañeda- con enseñar a leer y escribir. También deben integrar un plan educativo, la enseñanza del dibujo, la geografía, la historia, la geometría, la náutica, la arquitectura civil, militar y naval, la esgrima, la danza, la música, el nadar y andar a caballo, pronunciar correctamente el idioma nativo... y mil otras particularidades que aunque no prueban sabiduría en quien las posee, arguyen mucha ignorancia o muy mala crianza en quien las ignora”. Su optimismo pedagógico se refleja en la siguiente afirmación: “¿Quién ha dicho que en un país libre puede haber cárcel?”. Y se contesta: “En un país de hombres libres sólo debe haber escuelas. Los que en los gobiernos despóticos se llaman presos, en los gobiernos libres deben llamarse educandos. El que comete un delito no hace más que dar un aviso al público de que es un hombre a quien le falta educación. Recójasele pues con amor, y en seis o diez años, enséñesele primero a rezar, después a relojero o a sastre. Esos diez años, le servirán de corrección y al mismo tiempo de inestimable conveniencia, pues en vez de decir vengo de la cárcel, dirá yo he salido de la escuela”.
A fines de 1823, la primitiva capilla fue reemplazada por otra mucho más grande. En una nota dirigida al gobernador, le expone: “... en mis cuentas de los años '23 y '24, aprobadas ya por V.S., hice una prolija relación de los fondos creados por mí, para aumentar los del Estado, que seguramente no alcanzaban para la fundación de la Iglesia, pueblo y escuela, en un desierto, cual es el Rincón de Antón Martín, y que ahora se llama Rincón de San José”.
Una característica interesante del lugar elegido y de la particular situación que se vivía en la provincia, nos la da a conocer en el mismo documento unos párrafos más adelante. Nos dice Castañeda: “... pero la posibilidad geográfica en que me hallo, me convida a nuevas empresas, porque tengo al norte limítrofe el Gran Chaco y de Entre Ríos sólo me separa el Paraná patrio por el Sud. De aquí es que por interés de la escuela, me vienen, a cada paso, flotas llenas de ángeles, para ejercitarse en los primeros rudimentos de las letras y la religión, pero no sólo vienen niños pequeños a educarse, sino también jóvenes, educados ya, importunándome a que los instruya en facultades mayores”.
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