Historias de Puerto Gaboto - La Ciudad de los Cesares

LA CIUDAD DE LOS CESARES

FRANCISCO CESAR (la ciudad encantada)



"Se cuenta que la ciudad de los Césares se encuentra asentada en la orilla de un río o un lago entre un cerro de oro y otro de diamante. Que para su defensa posee una serie de poderosos fuertes, montados sobre colinas de valor estratégico. Su arquitectura sería sencillamente maravillosa, con sus arcadas, cornisas y capiteles de oro macizo. Sus templos y sus palacios de gobierno serían suntuosos, capaces de deslumbrar a cualquiera que, no siendo iniciado en los secretos de aquella ciudad, llegara a traspasar sus muros".

"Según la fantástica imaginación de los isleños, la ciudad de los Césares se encontraría surcada de hermosas y amplias avenidas que la recorren en todas direcciones. Se encontraría, además, circundada por relucientes y elevadas murallas metálicas, con torres intermitentes del mismo material y rodeada de fosos profundos con resistentes puentes levadizos para el tráfico de los iniciados en aquella isla opulenta y misteriosa, (1).


Otras versiones nos informan:

"Tiene hermosos edificios de templos. En la mayoría de las casas hay indios para su servicio. A la parte del norte y poniente tienen la cordillera nevada donde trabajan muchos minerales de oro y plata. El temperamento es el mejor de todas las Indias, tan sano y fresco que la gente muere de pura vejez. No se conocen allí las más de las enfermedades que hay en otras partes. (2).



LA CIUDAD DE LOS CESARES

Leyendas de Puerto Gaboto

"Esta ciudad, que llaman la Ciudad Encantada, está en la otra parte del río Grande poblada en un llano y fabricada más a lo largo que en cuadrado. Tiene esta ciudad sus estancias de ganados y heredades para recreo. Están adornadas estas heredades con sus alamedas de diferentes árboles frutales, que cada una de ellas es un paraíso. Finalmente por la abundancia de sus arboledas, parece un segundo paraíso terrenal" (3).


"Su situación está en una hermosa laguna. Es tan grande que ninguno da noticias de su término; es profunda y muy abundante de peces. Abraza la mayor parte del contorno de la isla, sirviéndole de total muro un lodazal tan grande y profundo, de tal manera que un perro que intente pasarlo no es capaz de desprenderse de él. En un extremo hay una tierra firme y es la entrada, fortificada de un foso de agua y de un antemural rebellín y últimamente de una muralla de piedra, pero baja. El foso tiene puente levadizo grande y fuertes puertas y un baluarte donde hacen centinela los soldado?' (4).



"Nada igualaba la magnificencia de sus templos cubiertos de plata maciza, y de este mismo material eran sus ollas, sus cuchillos y hasta las rejas de sus arados. Los habitantes se sentaban en asientos de oro. Gastaban casacas de paño azul, chupa amarilla, calzones de buché o bombachos, con zapatos grandes y un sombrero chico de tres picos. Eran blancos y rubios, con ojos azules y barba cerrada. Hablaban un idioma ininteligible. Acostumbraban tener un centinela en un cerro inmediato para impedir el paso de los extraños" (5).


Según estas descripciones la ciudad parecería haber estado ubicada en una isla. La mayoría de los que creyeron en ella la situaron en la parte austral del continente, sin mencionar de donde les venían las noticias. Hablaban de náufragos en el estrecho de Magallanes o en las costas chilenas como el padre Lozano que decía que las ciudades eran tres, "llamadas de los Hoyos, del Muelle y de los Sauces. Creíanlas situadas en los andes australes, frente al Chiloé y construidas por uno! náufragos españoles que se perdieron en el estrecho en tiempos de Carlos V" (6).

Otros atribuían el descubrimiento de la ciudad encantada al capitán de la armada de Sebastián Gaboto, don Francisco César.


NOTAS
(1) Jijena Sánchez, Rafael: "El curioso entretenido". Buenos Aires, 1961.
(2) Rojas, Silvestre Antonio de: "Derrotero y viajes a la ciudad encantada de los Césares".
En Colección De Angelis, Buenos Aires, 1969, Tomo ll, pag. 540.
(3) Falkner, Tomás: Ibidem, pág. 568.
(4) Pinwer, Ignacio: "Relación" pág. 5 7418 1.
(5) De Angelis, Pedro: "Discurso preliminar a la ciudad de los Césares". Ibidem, pág. 529.
(6) Lugones, Leopoldo: "El Imperio Jesuítico". Editorial Belgrano, Buenos Aires, 1981, pág. 12.

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