Personajes de Entre Rios - Juan L Ortiz
Cronica Biografica de Juan Laurentino Ortiz
1892
Nace el 11 de junio en Puerto Ruiz, provincia de Entre Ríos. Es hijo menor de una familia de diez hermanos.
Pasa su primera infancia en Mojones Norte, donde su padre era capataz de una estancia.
Realiza sus estudios primarios en Villaguay y luego se instala en Gualeguay, en donde se recibe de maestro.
1913
Viaja a Buenos Aires, en donde se quedará dos años. Durante su estadía entra en contacto con personajes de la literatura, el arte y la política.
Después de la Normal vino la bohemia de Buenos Aires, aunque esporádicamente. Digamos que cumplí con esa etapa indispensable y me relacioné con la gente que por ese entonces estaba en el candelero, como se dice. Salvadora Medina, la mujer de Botana, me ofreció un puesto en Crítica, que no acepté para no atarme a la ciudad; no estaba pertrechado para soportarla Ella me ayudó mucho, me publicó Y cuando no acepté el puesto de Crítica me propuso de administrador en una estancia, con mucho dinero, pero tampoco quise. Es claro que renuncié a muchas cosas para venirme a quedar acá, en la provincia, pero yo necesitaba mis tardes libres las que me quedaban con el empleito en el Registro Civil de Gualeguay. Y así viví, en Gualeguay, hasta que en el 42 me jubilé con jubilación extraordinaria y nos vinimos a Paraná para estar más cerca del movimiento, de la gente En Gualeguay hacía sociedad con muchachos amigos de la lectura, de la canoa, del paisaje, dirá en el reportaje realizado por Alicia Dujovne Ortiz, El escondido licor de la tierra, La Opinión Cultural, 1978.
1915
Se radica definitivamente en Gualeguay. Allí trabaja como empleado del Registro Civil.
1924
Se casa con Gerarda Irazusta, con quien tendrá a su hijo Evar.
1933
Comienza a publicar su obra poética en tiradas de pocos ejemplares.
En Buenos Aires se publica su libro El agua y la noche.
1937
Se edita su libro El alba sube (Buenos Aires).
1938
La editorial Feria, publica en Buenos Aires su libro El ángel inclinado.
1940
Aparece su libro La rama hacia el este (AIABE).
1942
Se jubila como Jefe del Registro Civil y se instala en Paraná.
1947
Se publica su libro El álamo y el viento (Paraná, Sauce).
1949
Aparece su libro El aire conmovido (Paraná, Sauce).
1951
Publica el libro La mano infinita (Paraná, Llanura).
1954
Aparece La brisa profunda (Paraná, Este).
1956
Se publica El alma y las colinas (Paraná, Este).
1957
Es invitado a visitar China y la ex Unión Soviética encabezando una delegación de intelectuales argentinos.
1958
Se publica De las raíces y del cielo (Paraná, Este).
1969
Recibe, junto con el poeta Raúl Gonzalez Tuñón, el premio de Honor de la Fundación para la Poesía.
No creo que ninguno de los grandes poetas haya dejado de frecuentar esas zonas oscuras. Pero esto no significa hacer una apología de la incoherencia por la incoherencia, como se ha dado en ciertos epígonos del romanticismo, del surrealismo, del simbolismo. Hubo cierto aprovechamiento a favor de la facilidad, usted sabe. Pero lo verdadero es que hay cosas aparentemente fáciles que surgen sólo de la maduración. Primero se requiere de una disciplina que se resuelve en determinados momentos, no sé si de abandono o de lucidez. Y luego, en el instante de la expresión que puede ser dogmática y esto sería lo malo o puede ser abierta, iluminada. Y aquí viene la palabra: humilde. Porque no puede encerrarse lo que excede todo límite. El poeta, entonces, no tiene control sobre eso. Y quien hace algo con lucidez y conciencia se está falseando, ¿me entiende Porque el poeta, el artista necesita abandonarse a una especie de territorio, no inconsciente sino superconsciente, para llegar al arte, dirá en la entrevista realizada por Orlando Barone, Apenas si he vivido, diario Clarín, Buenos Aires, 1978.
1971
La Biblioteca Vigil de Rosario publica En el aura del sauce, único libro en el cual Juan L. Ortiz trabajó toda su vida. Esta obra reúne los textos El agua y la noche, El alba sube, El ángel inclinado, La rama hacia el este, El álamo y el viento, El aire conmovido, La mano infinita, La brisa profunda, El alma y las colinas, De las raíces y del cielo, El junco y la corriente, El Gualeguay y La orilla que se abisma.
Probablemente un eficaz modo de acceder a la propuesta de Juan L. Ortiz sea a partir del título que eligió para su obra entera: En el aura del sauce. El sauce, una imagen frecuente en la pintura china, a la que por muchos motivos la poesía de Ortiz puede vincularse y a la cultura china en general, es también un árbol típico de las riberas de los ríos y arroyos de Entre Ríos, y es a la vez un árbol de aspecto humilde, nada altivo, como la disposición que rige la escritura orticiana y su visión del mundo, pero además es un árbol entre cuyas temblorosas ramas corre un aura, es decir un vientecillo, un aliento, que pasa leve y apenas perceptible como fluyen, extrañamente delicados, los versos de Ortiz, escribió Daniel Freidemberg en el prólogo a Antología, Madrid, Losada, 2002.
Incluido en En el aura del sauce, el poema El Gualeguay, con 2639 versos, es el más extenso de todos los que escribió Ortiz. Después de su aparición original y de su recuperación posterior en la Obra completa, la editorial Beatriz Viterbo volvió a ponerlo en circulación hacia 2006 en un volumen individual preparado por Sergio Delgado.
El Gualeguay es, como toda génesis, un proyecto interminable. Continúa, se lee entre paréntesis abajo del último verso. El poeta ya lo anticipa cuando, aludiendo a él o a aquél, señala el drama de la forma que no podía detenerse porque el río era todo el tiempo todo.../ ajustando todas las direcciones de sus líneas. Como se ve, esta génesis es también una cuestión de tiempo. El poeta pone a trabajar un pretérito imperfecto que incluye en su devenir al presente. Ese tiempo con el que la poesía siempre presentifica el mundo, el tiempo privilegiado de la imagen. Por eso El Gualeguay, en la mesa de luz de los lectores futuros, se irá leyendo sin principio ni fin como una Biblia de la imagen. Porque dentro de esa génesis menor, las cosas no surgen por analogía con otras, sino que todo se va originando, todo el tiempo, a fuerza de lo otro. Los nombres, la historia nacional, la vida íntima de un río paradigmático, pero también la autobiografía de un poeta que nació a la vera de ese río para nombrarlo, escribió Tamara Kamenszain, en el Diario La Nación, Buenos Aires, 6 de febrero de 2005.
1976
El reconocimiento que su trabajo tuvo hacia los años 70 se vio alterado por la quema de ejemplares que realizó la editorial durante el régimen militar de 1976.
1978
Muere el 2 de septiembre en la ciudad de Paraná, Entre Ríos.
Observando la mítica boquilla recordé la leyenda de Juanele, las proezas que se le atribuían. La vez que subió a un tranvía de Buenos Aires, se agarró de una cuerda que producía un agradable "tilín", y la escuchó encantado hasta que el guarda furibundo le cortó el embeleso. O los años durante los cuales, a mitad de camino entre su revuelta melena inicial y su pelusa rala de ese día de 1978, peinó sus cabellos en tres copetes, los tres hacia arriba como un élan encaminado a captar los mensajes del cielo. O esa máquina de escribir que se compró cuando sus editores, hartos de romperse los ojos descifrando la letrita minúscula de sus poemas escritos con plumín y tinta china, sobre tiras de papel de seda arrolladas en un palito, le rogaron que los pasara en limpio y él obedeció, pero cambiando los caracteres normales por otros en miniatura. O esa operación de cataratas, cuando Juanele, en plena intervención con anestesia local, le gorjeaba a su esposa, arrobado y feliz: "¡Qué liiiiindo, ahí veo unos amarilliiiiiitos que vienen bailando desde el fondo, y ahí aparecen unos honguiiiiitos celestiiiiiitos, ay, si los vieras, Gerarda!... recordó Alicia Dujovne Ortiz, en el Diario La Nación, Buenos Aires, 4 de junio de 2006.
1996
La Universidad Nacional del Litoral publica su Obra completa, preparada por Sergio Delgado y con textos de Daniel García Helder y Martín Prieto.
Buenos días, quiero compartir esa imagen de su publicación y ademas de hacer la cita quisiera saber el nombre del artista para mencionarlo también. Cordialmente PEDRO ZUBIETA
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