La muerte del Conde, Cayastá, Santa Fé
"La Muerte del Conde", de Ricardo Kaufman
Cayastá, Santa Fe!
El francés Jean Baptiste León, Conde de Tessières - Boisbertrand, su esposa Marie Sophie Henriette d´Horrer y el hijo Marie François Edmond, arribaron a la Argentina como consecuencia de persecuciones políticas que los alejaron de Francia durante el reinado de Napoleón III. Provenían del SE de Francia, de la Provenza, más precisamente del Departamento Vauclusse, próximo ya a la Costa Azul del Mediterráneo.
El Conde adquirió tierras directamente a la compañía Beck y Herzog, quienes preparaban la fundación de San Carlos, y se instaló con su familia a principios de 1858, en el lugar aún despoblado. Se convirtieron así, en los primeros habitantes de la Colonia San Carlos.
Por las posiciones que había ocupado en Francia, Jean Baptiste León de Tessières, tenía el porte firme de un militar de alto rango; el don de gentes propio de su formación aristocrática, y el carácter de hombre acostumbrado al ejercicio de poder.
Pero a esas condiciones sumaba otras que no era frecuente ver en la misma persona unidas a la primera. Era un ser dotado de paciencia y piedad, que lo llevaban a brindar ayuda a sus semejantes, dándoles hospitalidad, asumiendo la defensa de los débiles y la curación de los enfermos, para ejercitar lo cual estaba preparado, al igual que su hijo Edmond, tanto en el manejo de las armas, como en las ciencias jurídicas y en la medicina. Era llamado cariñosamente por todos “el Conde”, vecino de reconocida bondad y amabilidad, pero por sobre todo justo, honesto y servicial.
Dado sus vastos conocimientos, el Conde se dedicó al cuidado de la salud de las familias de los colonos (en forma gratuita) mediante la utilización de remedios naturales que él mismo preparaba, y en algunos casos con imposición de manos.
Por otro lado, su noción acerca de la ciencia del Derecho lleva a León a aceptar el nombramiento como Juez de Paz de la población; propuesto por Carlos Beck al Gobierno de la Provincia, que lo designa el 11 de junio de 1859. Pero su criterio acerca de la autoridad y del derecho ha de chocar con los procedimientos de la Compañía, y luego de una serie de conflictos, renuncia al cargo en mayo de 1860.
Retirado al campo, el Conde se preocupa con gran empeño en conseguir la celebración de la primera misa, llevada a cabo en un rancho grande levantado en el lugar. A la misma acuden cabalgando desde varias leguas, un misionero franciscano con el coro de niños nativos, escoltados por cincuenta lanzas de la reducción. Venían del pueblo de Abipones de San Jerónimo del Sauce.
Ya los vecinos comienzan a dividirse en bandos antagónicos, en torno a la persona del Conde y por las diferencias de religión entre católicos y protestantes, que han de producir la separación en los San Carlos del Centro y del Sur.
Un nuevo golpe le espera a León: Marie Sophie, su esposa y fiel compañera, fallece a los 54 años, siendo sepultada en el cementerio del lugar el 19 de abril de 1861. Asistidos por una criada y dos peones, pasan cinco años dedicados a la agricultura, al estudio y a los enfermos.
En aquellos años, la Legislatura Provincial dicta leyes destinadas al fomento del progreso, que autorizan al Ejecutivo a promover la fundación de colonias, y a ceder gratuitamente las tierras para tal fin. Animados por las benéficas disposiciones, los Tessières piensan en buscar otros rumbos, junto con los colonos y nuevas familias de franceses y suizo-franceses que ellos habían hecho venir desde lugares europeos adonde llegaba su influjo.
León de Tessières se pone en contacto con el Gobernador Nicasio Oroño, y éste le adjudica un lugar de excelente ubicación para fundar una colonia en el paraje denominado Cayastá, dieciocho leguas al norte de la capital provincial, sitio sobre el que aún quedan familias de criollos y de una anterior reducción indígena, y que ha sido comprado por el gobierno a los herederos de Gabriel de Quiroga.
León y Edmundo viajan a reconocer la tierra, y retornan con entusiasmo. En ella penetra como una cuña el paisaje del chaco subtropical, donde el agua y la vegetación que abundan producen un clima más húmedo y suave. Y el suelo arenoso, permeable y dúctil, hace más fácil la siembra y labranza. También hay un puerto natural sobre un río poblado de peces que va al mar lejano, cantidad de animales silvestres, variada floresta y vistosa pajarería.
El 10 de abril de 1867, es acordada la autorización oficial para instalar la nueva colonia. El 11 de abril , se aprueba el decreto que autoriza la celebración del contrato de colonización. El viaje se hará en carretas hasta la capital, y de allí en vapor remontando el San Javier. Con el fin de hacer frente a los gastos de traslado y de fundación, León de Tessières vende su campo a los compatriotas Houriet y Huguenet.
Disgustado todavía con los administradores de la colonia, no quiere que los restos de su esposa sigan descansando allí. El 13 de mayo de 1867 los exhuma, y lleva a enterrar sus huesos en la capilla de San Jerónimo, encomendándoselos al franciscano y a los indios del Sauce, sus humildes hermanos en la fe.
Luego, León y Edmundo de Tessières, seguidos por sus fieles amigos, casi todos franceses y suizos del Cantón Valais, parten a la tierra prometida; hacia ese Cayastá de acento indígena, que comienza a llamar su corazón con distantes tañidos de esperanza, y que pronto será conocida entre sus vecinos, como “La Colonia del Conde”.
Fuente: "La Muerte del Conde", de Ricardo Kaufman
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