Mandové Pedrozo, Artista Plástico de Misiones

Nació en el paraje Invernada de Itacaruaré, el 12 de marzo de 1938.

De niño recorría las calles en busca de pintores, para mirar sus obras. Observaba y luego dibujaba. El polaco Kruseniski le enseñó a pintar con espátula, además le gustaba curiosear en el atelier de Nicolás Reviakin, Areu Crespo, Mena, Lucas Braulio Areco y otros.

Él estudió dibujo tres años en el Museo “Genaro Pérez”, de Córdoba. En Buenos Aires concurrió a la Escuela de Artes “General Belgrano”.

Antes asistió al taller de pintura de Juan Carlos Castagnino, en La Plata. Introvertido y parco, le gustaba de estar solo, buscaba el silencio.

Esa es la razón de su inspiración nocturna, hasta vadear las fronteras de las madrugadas, en su atelier de turno.

“Me atrapa la orilla del Paraná. Desde muy joven me atrajo. Allí me inspiro, me gustan los paisajes, son tan lindos. Así como a algunos plásticos, les atrae pintar el monte yo me inclino por las orillas de ríos y arroyos” afirmó alguna vez el pintor.

El dibujante titular de El Territorio desde hace muchos años, era bohemio por excelencia, impenitente y con una sonrisa mansa de hombre bueno.

El tenía en su haber 36 años de docencia, empezó en la escuela 64 de Puerto Iguazú y ejerció, hasta hace unos años, en la escuela N° 3 desde 1979, donde también dejó, como legado, un mural.

Sus dibujos hablan, no son meros trazos. Él se brindó, sencillo, humilde, se condujo tal como es, no se escondió tras una máscara falsa. Era real, auténtico, con su carácter, con sus vivencias, sus virtudes y recuerdos.

“Lo hago porque es mi sentir y mi razón de ser. Muchas veces vendí los dibujos para subsistir. Voy a dibujar y pintar hasta que se me apague la vida”, dijo una vez Pedrozo y, no en vano, hace una semana dejó de dibujar.