Fulgencio, El Verdugo de Urquiza
Fulgencio, el verdugo del Campamento Calá
Rocamora, Entre Ríos
Fulgencio Quirno aparece en la historia por la tradición oral. Gastón Buet, explica que “en el año 1915, un niño de 11 años, de nombre Benito León, habitante de Rocamora, conoce en el lugar a una pareja de indios charrúas bohanes. Don Albano y dona Desideria vivían allí en un rancho de adobe y eran los últimos habitantes del campamento Calá. Ella le contó al niño las historias del campamento militar en tiempos de Urquiza, de las que habían sido testigos, ya que ellos tenían en 1915 unos 96 años de edad. Entre tantas historias, la del hombre que dentro de campamento hacía de verdugo de aquellas personas condenadas a muerte. Hoy, la calle que conduce al cementerio de la comuna lleva ese nombre, Fulgencio Quirno, en honor a ese hombre, como si su nombre siguiera acompañando a los habitantes del lugar al más allá”.
Los degüellos eran una práctica habitual hasta la primera mitad del siglo XIX en el río de la Plata. En el campamento del Calá se sentenciaba de esa forma a los prisioneros o las personas acusadas de robo, delito que por ese entonces estaba penado con la muerte. Según detalla el profesor Buet: “Una vez que las tropas del General Urquiza vencieran la tiranía de Rosas el 3 de febrero de 1852, con la Constitución Nacional, esa práctica fue prohibida. La era del degüello, gracias a la obra constitucionalista del General Urquiza, dio lugar a la hora del derecho y la ley escrita. Los degüellos se practicaban en el campo de batalla, en algún lugar público o como en este caso, en el campamento militar. En el campamento Calá existen dos talas que eran utilizados a tal fin, se recostaba a la persona contra el árbol y se le practicaban dos tajos certeros a ambos lados del cuello para que el condenado desangre rápidamente. A esta forma se la conocía como ‘degüello a la Argentina». También se degollaba ‘a la Oriental’, con un tajo de oreja a oreja; o ‘a la brasilera’, que consistía en atravesar el cuello del condenado de lado a lado. Muchas veces el degüello era utilizado como un acto de piedad después de un combate, sacrificando de esta manera a los heridos mortales para que dejen de sufrir y es por eso que se conoce al cuchillo también como ‘quitapenas’. Otra práctica aberrante de la época eran las ‘carreras de degollados’: los verdugos apostaban dinero para ver cuál condenado caería más lejos antes de desangrarse. En Entre Ríos, el delito, robo, asesinato, recibían la pena máxima. Fue gracias a la sanción de Urquiza y la creación del derecho y la ley que esta práctica dejó de ser efectiva en 1852”.
Tal como lo había pedido en vida, los restos de Fulgencio Quirno, se encuentran enterrados debajo del tala donde se realizaban los degüellos del campamento Calá. Junto a su tumba, están las de otros soldados y, a escasos metros, el cementerio de la localidad de Rocamora.
Fuente texto: https://infoner.com.ar/
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