Puente Méndez Casariego, Gualeguaychú, Entre Ríos.
PUENTE MÉNDEZ CASARIEGO
GUALEGUAYCHU, ENTRE RIOS
Al inicio de su larga vida se llamó Hipólito Yrigoyen, luego lo bautizaron 6 de Septiembre, más tarde fue La Balsa y finalmente, desde 1987, Méndez Casariego.
Sin embargo, siempre fue vínculo y postal, un testigo mudo pero no sin protagonismo de la historia local.
Nació en 1928, cuando se inició la obra como un proyecto nacional de enlace con la ruta 14, cuando la presidencia de Hipólito Yrigoyen y la gobernación de Eduardo Laurencena se aferraban al poder antes del primer golpe de Estado.
Se inauguró el sábado 13 junio de 1931, día frío como cada invierno en Gualeguaychú, bajo la intendencia de Bernardo Peyret, y en esa jornada se decretó el pase a retiro de las tres balsas que cruzaban el río, las de Joaquín Gorosterrazú, Miguel Izzeta y Bonzón.
El puente fue el cordón umbilical de Gualeguaychú con su parque Saturnino Unzué, gestionado por Claudio Méndez Casariego, Félix Fontana y el uruguayense Lucilo López, desde 1917.
Al enlace se accedía por calles de tierra y empedradas, para entrar a la base de madera las carretas tenían que superar un empinado terraplén sobre Luis N. Palma, contaron memoriosos a los historiadores.
Cada una de las piezas del puente llegó numerada en barcos desde Ámsterdam, Holanda, y Jaime Banciz, un ingeniero de la provincia, comandó el montaje. Antes, sobre el lecho del río se hincaron los pilotes para apoyarlo y se instalaron vigas de madera provisorias para sostener la estructura.
El puente era levadizo mediante mecanismos de contrapesos, poleas, engranajes y palancas, pero en escasas oportunidades se usó.
Estoico el “puente naranja” como le dicen muchos vecinos resistió crecientes y un intento de voladura por los militares carapintadas en diciembre de 1990.
Restaurado hace algunos años, en las noches tiene su brillo propio, esplendor y la atención en las selfies de los turistas.
El tiempo pasa, las conductas y tecnologías evolucionan, pero lo que tiene alma y calidad permanece. Así es el puente Claudio Méndez Casariego, alma de Gualeguaychú, presente y futuro, testigo de la historia.
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